Queridos
amigos y familiares:
Quiero deciros que me
voy, que ya no volveréis a verme pasear por las calles, pero aún así estaré
presente en vuestros grandes momentos.
Quiero que sepáis que me voy contento, porque en estos últimos momentos
me habéis demostrado cuánto me queréis y que en algún momento de vuestras vidas
he tocado vuestros corazones.
Quiero pediros que
cuidéis de mi mujer, de mi Juani, la mejor de las mujeres. Nadie más habría
podido soportar mis caprichos y mi carácter. He pasado junto a ella 55
maravillosos años. Jamás podría haber sido feliz sin ella. Quiero que sepas que
te he querido con locura y que te seguiré queriendo siempre.
He tenido la suerte y
el orgullo de disfrutar de cuatro hijos maravillosos: José Antonio, mi amigo;
María del Mar, mi gitana; Sonia, mi princesa y Verónica, mi retoño. ¡Qué
orgulloso me he sentido de todos y cada uno de ellos!. ¡Cuántas alegrías me han proporcionado! Me
voy muy tranquilo dejándolos en manos de sus respectivas parejas, Oksana,
David, Jose y Fernando, pues un padre siempre busca la felicidad de sus hijos y
en parte es gracias a ellos. Cuidádmelos, siempre.
¿Y mis nietos? ¿Qué
puedo decir de mis nietos? Valeria y Ariel, mis rubias; Lucía y Candela, mis
torbellinos y Hugo, mi príncipe. Ellos me han devuelto la juventud. He podido
disfrutar de ellos y compartir sus alegrías. ¡Qué suerte he tenido!
Por último debo decir
que me siento muy afortunado de haber vivido rodeado de mi hermano, que no ha
faltado ni un día, de los Torres, que han sido, como siempre una piña, una gran
familia a la que he tenido la suerte de pertenecer, de mis grandes amigos,
siempre conmigo hasta el final.
Quiero despedirme
agradeciendo sinceramente a todos los que he tenido la suerte de conocer,
vuestro apoyo, vuestro interés, vuestro cariño y vuestra amistad. Quiero que
sepáis que cada uno de vosotros me habéis hecho ser quien soy , de lo cual me
siento muy orgulloso.
No quiero que estéis
tristes, quiero que me recordéis con alegría, que recordéis los buenos
momentos, que han sido muchos, como dijo el sacerdote en la homilía, mientras
sigáis hablando de mí, seguiré vivo a vuestro lado. Me marcho con mis padres y
con mis amigos del alma. ¿Cómo voy a estar mal?
Gracias a todos. Hasta
siempre.
Juan Suárez Pacheco