domingo, 12 de mayo de 2013

Queridos amigos y familiares:
Quiero deciros que me voy, que ya no volveréis a verme pasear por las calles, pero aún así estaré presente en vuestros grandes momentos.  Quiero que sepáis que me voy contento, porque en estos últimos momentos me habéis demostrado cuánto me queréis y que en algún momento de vuestras vidas he tocado vuestros corazones.
 
Quiero pediros que cuidéis de mi mujer, de mi Juani, la mejor de las mujeres. Nadie más habría podido soportar mis caprichos y mi carácter. He pasado junto a ella 55 maravillosos años. Jamás podría haber sido feliz sin ella. Quiero que sepas que te he querido con locura y que te seguiré queriendo  siempre.
 
He tenido la suerte y el orgullo de disfrutar de cuatro hijos maravillosos: José Antonio, mi amigo; María del Mar, mi gitana; Sonia, mi princesa y Verónica, mi retoño. ¡Qué orgulloso me he sentido de todos y cada uno de ellos!.  ¡Cuántas alegrías me han proporcionado! Me voy muy tranquilo dejándolos en manos de sus respectivas parejas, Oksana, David, Jose y Fernando, pues un padre siempre busca la felicidad de sus hijos y en parte es gracias a ellos. Cuidádmelos, siempre.

¿Y mis nietos? ¿Qué puedo decir de mis nietos? Valeria y Ariel, mis rubias; Lucía y Candela, mis torbellinos y Hugo, mi príncipe. Ellos me han devuelto la juventud. He podido disfrutar de ellos y compartir sus alegrías. ¡Qué suerte he tenido!
Por último debo decir que me siento muy afortunado de haber vivido rodeado de mi hermano, que no ha faltado ni un día, de los Torres, que han sido, como siempre una piña, una gran familia a la que he tenido la suerte de pertenecer, de mis grandes amigos, siempre conmigo hasta el final.

Quiero despedirme agradeciendo sinceramente a todos los que he tenido la suerte de conocer, vuestro apoyo, vuestro interés, vuestro cariño y vuestra amistad. Quiero que sepáis que cada uno de vosotros me habéis hecho ser quien soy , de lo cual me siento muy orgulloso.
No quiero que estéis tristes, quiero que me recordéis con alegría, que recordéis los buenos momentos, que han sido muchos, como dijo el sacerdote en la homilía, mientras sigáis hablando de mí, seguiré vivo a vuestro lado. Me marcho con mis padres y con mis amigos del alma. ¿Cómo voy a estar mal?

Gracias a todos. Hasta siempre.

Juan Suárez Pacheco